Revisitando The Matrix. El fascismo (1)

Acabo de ver por enésima vez la primera parte de la trilogía “Matrix”,  que ocupa el tercer puesto entre las  películas que  más veces he repetido, después de “2001”, “Blade Runner”  y por delante de “Drácula” en la versión de Coppola y “Take de money and run” del  mejor W. Allen. Y ha suscitado ante mis ojos una nueva interpretación metafórica.

Esta película fue ampliamente celebrada en ciertos círculos porque servía de metáfora perfecta  para sustentar una suerte de misticismo contemporáneo que propone la irrealidad de la realidad, la exaltada reencarnación del budismo en pleno inicio del  s. 21, aquí presente, una reivindicación moderna del mesianismo, una espiritualidad desesperada que pretende que algún Neo salve al mundo de si mismo. Tranquilos, el elegido está de camino, parece susurrarnos

Si se sigue esta línea de razonamiento se puede llegar muy lejos, tan lejos como al mismo punto de partida. Según ella la realidad ordinaria no seria más que una apariencia en el seno de una mente unificada que sería la aúténtica realidad, una reberveración de la Mente Divina, de Buda o Brahma, un juego sagrado con un solo participante en todos los papeles, nada más que un simple sueño del que hay que despertar. El camino hacia ese despertar: cualquiera es bueno pero el budismo parece muy cercano a la filosofía de la película con su “no hay cuchara”.

Asi pues, las opiniones en liza debaten el grado de Realidad de la realidad, y parece evidente, dado lo grotesca que resulta en ocasiones la vida, que el negacionismo lleva la delantera y nos encontramos en algún tipo de siniestra simulación con resultado de muerte.  Libera tu mente nos dice, algo así como no escuches a tus sentidos. Nada hay que pueda hacerse, sólo el elegido puede romper el hechizo y liberar a todos los seres sintientes, tal y como el Buda descubrió, o la redención cristinana debería haber resuelto, aunque al parecer algo no fue del todo bien, pues aquí estamos. ¿O no?

No seré yo quien arruine la esperanza de que las leyes de la física pudieran ser mutables y dar formidables saltos o moverse más rápido que las balas algo a lo que dedicar atención. Pero viendo la película en esta ocasión, la metáfora que se me desvela es muy otra.

Tal vez por cierta insana inclinación o por tradición familiar –mis abuelos vivieron en sus carnes la guerra civil, la segunda guerra mundial y las postguerras-, estoy sinceramente interesado en el fascismo. En cualquier forma de las que adopta el fascismo, ese enemigo interior que se oculta de la luz y actúa en la sombra de cada uno de nosotros, ese dictadorzuelo oportunista  que no todo el mundo guarda a buen recaudo. Me interesa, en defensa propia, naturalmente.

Y de eso podría ir Matrix, tal cual el Señor de los Anillos. (continuará)

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